Pues bien, este contexto ha acontecido el pasado miércoles, cuando simultáneamente a las imágenes del encierro, fue convocada una mesa de negociación sobre un asunto ajeno a las reivindicaciones del “conflicto”: la AEAT quiere cercenar la reserva de plaza en la misma provincia a quienes aprueban la promoción interna. Evidentemente, a las imágenes se han unido las expresiones grandilocuentes de las organizaciones sindicales en defensa de un derecho consolidado. Sin embargo, la larga sombra de este nuevo recorte ya sobrevolaba nuestro futuro como una grave amenaza desde comienzos de 2023. Solo que hasta la semana pasada, la única iniciativa de oposición a la pretensión de la AEAT fue la desplegada por UCESHA.
Nos pronunciamos en sendas notas durante el primer trimestre de 2023 y hubo quienes dijeron que nos habíamos inventado esta transgresión de la AEAT, que era una estrategia puramente electoralista, que estábamos mintiendo. Pero el tiempo nos ha dado la razón.
Además, UCESHA comenzó una campaña de recogida de firmas que ha contado con un respaldo masivo a pesar de que otros sindicatos invitaban a no firmar la defensa de reserva de provincia, ¿por qué te aseguraban que no había problema y ahora ponen el grito en el cielo? Está claro que si hubieran apoyado nuestra iniciativa de la reserva de provincia en lugar de oponerse, quedando ahora en evidencia, estos días no estaríamos hablando de la posibilidad de perder un derecho consolidado. Pero estos sindicatos no podían posicionarse entonces al respecto porque no defienden los intereses de un solo Grupo, el C. Entre sus simpatizantes, votantes, afiliados y responsables de sus estructuras hay muchos A1 y A2, quienes se sienten perjudicados por la reserva de provincia (que llaman privilegio). ¿Cómo resolver esta incompatibilidad de intereses?
La AEAT ha incluido una nueva variable a la ecuación del conflicto, pues hemos de tener presente que la extraña papeleta planteada por la dirección viene a tensar más la delicada situación actual. Un movimiento táctico arriesgado que anuncia una desconcertante estrategia, a no ser que responda a la exigencia de un grupo de presión externo al conflicto y que pretenda sacar tajada de la coyuntura. Eso es lo único que explicaría este órdago a grandes que ha planteado la dirección de la AEAT y que, por un lado, divide a los trabajadores en dos grandes grupos: los que quieren conseguir más mejoras y los que no quieren perder lo que tienen. De este modo, la resolución del conflicto se ha convertido en una cuestión de prioridades personales, lejos de las pretensiones sindicales. Por otro, la AEAT nos demuestra que aún tiene un amplio margen de maniobra para jodernos un poco más al colectivo más numeroso y desfavorecido de trabajadores, al Grupo C. Un aviso a navegantes, la estrategia del miedo.
Los sindicatos convocantes han interpretado bien su papel deslumbrándonos con el encierro y han conseguido la repercusión mediática que pretendían, la AEAT ha jugado mejor sus cartas y ha subido la apuesta, y nosotros, ¿qué va a ser de cada uno de nosotros?, de quienes hemos elegido y delegado la representación en esos sindicatos que practican el gatopardismo: anunciar a bombo y platillo que van a cambiarlo todo (para que nada cambie).
En UCESHA entendemos que el sindicalismo debe ser mucho más que un efímero brindis al sol, que la flor de un día, que una acampada publicitaria. Es una actitud de lucha constante, es solidaridad con el compañero, es la búsqueda de lo justo, es espíritu de sacrificio, es capacidad de trabajo, es honestidad y, sobre todo, es generosidad para con los más desfavorecidos. Una actitud personal, una búsqueda del bien individual a través del bien colectivo, repetimos, no un acto o un hecho puntual para beneficiar a unas siglas, color o bandera. Y el sindicalismo solo triunfará si entre todos lo convertimos en un movimiento que defienda los derechos e intereses comunes de los trabajadores. Y en la AEAT, todos lo sabemos, estos intereses comunes se agrupan por colectivos de trabajadores.
