Teletrabajo por ahorro energético
EL AUTENTICO CONFLICTO
Hubo tiempo no hace mucho, que los empleados de la AEAT en un ejercicio de responsabilidad pusimos nuestros ordenadores particulares a disposición de la administración, trabajamos jornadas completas en sillas y mesas de salón, tuvimos nuestros teléfonos particulares dispuestos para cualquier comunicación, corría de nuestra cuenta mantener el espacio de trabajo bien climatizado. Todo esto lo hicimos sin esperar nada a cambio, simplemente porque en ese momento era lo correcto y como trabajadores públicos que somos entendimos que era lo que la ciudadanía requería.
Hasta ahora nadie nos lo ha agradecido, tampoco lo necesitamos. La opinión pública en su mayoría sigue pensando que mientras estuvimos teletrabajando en las condiciones anteriormente detalladas estábamos descansando en casa. Somos de los funcionarios mal considerados, los de la oficina. Los buenos son los de la sanidad, la educación y la seguridad. Aun así, no nos importó y demostramos al menos de puertas para adentro, que somos tan capaces trabajando en casa como desde la oficina. Los objetivos se cumplieron.
Ahora ya sabemos que la dirección de la AEAT piensa exactamente lo mismo de sus trabajadores que la mayoría de ciudadanos. Y es que lejos de agradecernos el compromiso demostrado en la pandemia, han preferido de manera forzada dejar de ahorrar energía, colocando el teletrabajo en días alternos y separados del fin de semana, para acabar con cualquier posibilidad de conciliación de los compañeros que trabajan lejos de su ciudad. Pero esto no es todo, también han acabado con el 20% de teletrabajo que hasta ahora teníamos, esta modalidad permitía que madres y padres de familia pudieran conciliar con la entrada y salida de sus hijos en los colegios. O que los ascendientes a cargo de compañeras y compañeros pudieran estar mejor atendidos.
Todos sabemos que el título de “ahorro energético” no es más que quedar bien ante la opinión pública, que llevado a la práctica el ahorro es sólo para la administración, ya que los costes de climatización, conexión, adecuación del puesto de trabajo correrán a cargo de los trabajadores, aun así, la mayoría estamos dispuestos a aceptar esas condiciones si a cambio se nos ofrecía la posibilidad de poder conciliar con nuestras familias.
El auténtico conflicto
Hoy nos preguntamos qué habría sucedido si la mayoría social no se hubiese negado a entrar a la negociación. No dudamos de que, siguiendo la lógica de cualquier negociación, la administración habría aceptado introducir algunos cambios en su borrador inicial. De nada nos sirven las excusas de la mayoría social “no asistiremos a ninguna mesa donde no haya garantía de negociación con los representantes de los trabajadores. No iremos a ninguna mesa AEAT – Sindicatos para dar el visto bueno a lo que ha aprobado la Dirección de la AEAT previamente consultada con los “jefes territoriales”, sin previa negociación con los representantes de los trabajadores”.
No nos las creemos. Porque estamos viendo el desconcierto de esos “jefes territoriales”, obligados a reorganizar sus servicios de un día para el siguiente. Porque han convocado reuniones de urgencia para tratar de aclararse y más tarde en muchas provincias se han reunido con representantes sindicales, donde han advertido que ellos no tuvieron información previa sobre las medidas a adoptar y que han sido conocedores poco antes de la publicación de la resolución.
Aquí el auténtico conflicto es el que la falta de negociación nos ha creado. El que nos ha condenado a las peores condiciones de teletrabajo, tanto para los que quieran trabajar a distancia como los que no.
A los trabajadores solo nos queda un consuelo: este despropósito no durará mucho, y tal vez, la excepcionalidad acabe siendo la norma.